Bebé-Auditiva

El cuidado adecuado de nuestros oídos es esencial para mantener una salud auditiva óptima. Mantener la limpieza externa es fundamental: basta con lavar delicadamente la parte externa con agua y jabón, seguido de un secado suave con una toalla. 

Es importante abstenerse de introducir objetos extraños en el canal auditivo. El uso de uñas, bolígrafos u otros elementos no especializados puede introducir suciedad, causar infecciones y empujar la cera hacia el interior del oído, generando posibles complicaciones. 

El empleo de bastoncillos de algodón, a menudo utilizado para la limpieza del oído, está desaconsejado por profesionales. Estos pueden compactar y empujar la cera hacia el fondo del canal auditivo, dificultando su extracción y pudiendo ocasionar problemas auditivos, desde pérdida de audición hasta infecciones o perforaciones. 

Un método recomendado para la higiene del oído es realizarla durante la ducha o el baño. La humedad facilita la extracción de cerumen. Inclinar la cabeza, dejar que el agua permanezca por unos minutos y luego inclinarla nuevamente para permitir que el agua salga junto con la cerilla reblandecida. 

La frecuencia de la limpieza debe ser moderada, dejando dos o tres días entre cada sesión para evitar acumulaciones excesivas de cera. Esto previene problemas auditivos y molestias. 

El uso de agua marina, especialmente el baño en el mar, puede aportar beneficios naturales. Sus propiedades isotónicas y ricas en minerales pueden disolver el cerumen y mantener la salud del oído. 

Es vital prestar una atención especial a los bebés para evitar las otitis, una inflamación común del oído medio en niños pequeños. El uso de difusores de agua de mar desde los seis meses puede prevenir estas afecciones. 

El uso prolongado de auriculares y otros dispositivos externos puede incrementar la producción de cerumen y causar infecciones o pérdida de audición. Es recomendable acudir al especialista al menos una vez al año para prevenir problemas auditivos